3 de mayo de 2008

La cifra exacta...

El salón de actos de la escuela estaba a rebosar, y es que la visita de aquel eminente matemático había levantado gran expectación. No quedaba hueco a penas para el curioso aire que los alumnos se afanaban en respirar.
Transcurrió la, en el fondo y la superficie, tediosa charla sobre la cifra exacta del teorema de las fracciones indivisibles.
Se abrió el turno de preguntas y un avispado alumno lo inició, en un intento por despertar al auditorio de su letargo al tiempo que poner en un aprieto al sabio, le preguntó:

"Señor, ha sido muy instructiva su charla sobre los número indivisibles y su cifra exacta. Pero, yo me pregunto, ¿Cuál es la cifra exacta del corazón? ¿Cuántos besos son los correctos para dar? por ejemplo."

Ante tal atrevimiento se escucharon algunas risas de fondo, tipicas de niños en ropa de domingos por iglesias.
Se fue generando una expectación cada vez mayor. Ya que la respuesta que pudiera dar un erudito de las ciencias exactas podría ser muy variopinta.
El matemático quedo mirando al alumno unos segundos, que parecieron horas, en silencio. Aclaró la garganta con elegante suavidad, y respondió:

"La cifra exacta, no creo que existe para determinados asuntos del hombre en la Tierra.

¿Cuántos besos, lágrimas, abrazos, momentos de pasión son los apropiados?

Es indudable que todas estas cosas se podrán cuantificar. Y también lo es el hecho de que pasarnos o no llegar a la cifra adecuada condicionar una vivencia.

Se podría pensar desde la simpleza del día a día, y la practicidad de la actual sociedad, que solo serán necesarios tantos como se necesiten, o se requieran.
Quizás, entonces, el arte estaría en saber apreciar cuántos, y en qué momento, son requeridos para no generar exceso en la demanda o en la oferta.

Personalmente no creo en este sistema de suficiencia. La cifra exacta no existe señores, por ello les explicaré a continuación un método cualitativo de afrontar estos dilemas matemáticos.

En primer lugar no caigamos en la ley de la oferta y la demanda cuando hablemos de amor. El mismísimo Universo vomita tristeza cada vez que alguien cuantifica estos asuntos propios del alma y el corazón.
En segundo lugar, no esperemos que la cifra se creada por otra persona. La cifra esta en nuestros sentimientos. Fluyamos señores, si queremos amar, amemos. Si por circunstancias no podemos, guardemos ese momento para otro escenario más favorable. Que no ofrezcamos algo porque existe solo demanda, ofertemos nuestra esencia cada día a nuestros seres queridos.
Por último y atendiendo a la demanda de mi creativo contertulio. Si tuvieramos que ceñirnos unicamente a la demanda. En el momento en que sientan que un abrazo, o cualquier forma de amor, es requerido. Abracen señores, pero no como si dieran un abrazo, abracen por tres veces. El primero por la demanda, el segundo porque puede que sea el último y el tercero, sintiéndolo como si fuera la primera vez.
Pero señores, no se confunda, no hablo de cantidad sino de calidad. Si cuando den amor y cariño siguen este método notarán la diferencia, marcarán la diferencia."

El público de auditorio solo pudo levantarse y aplaudir. El alumno que había realizado la pregunta hizo gesto de quitarse el sombrero, sonrió y se sentó.

Probablemente perdí la transcripción de parte de la charla sobre el teorema de las fracciones indivisibles. Pero seguro muchos momento de la vida puede seguir adelante sin cuantificar, ni dividir.

No sé de dónde parte esta divagación, realmente confieso que si. Me gusta pensar que el método cualitativo es una forma de vida. Por ello siempre amaré, viviré y soñaré desde la oferta del alma. Y si me piden, daré lo pedido y siempre dos mas.

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