4 de mayo de 2008

Luna

En las noches oscuras del alma comprendí que en tí estaba mi camino. Consagrado me hallo ahora a tu culto, Diosa Nocturna. Lejos de volverme un ser nocturno y oscuro, tú luz me ha dado energía y claridad.

Noche tras noche, te miro cara a cara. Desde mi ventana o desde la almohada, te miro cara a cara. Puede que me esté volviendo loco, quién dedica las noches a mirar a la Sombra que mora en lo oscuro. Pero es que ya no puedo llevar la vista a otro destino que no sean tus ojos.

El entorno de mi noche se convierte en contorno, en adorno, del más bello lienzo. Apareces en mi horizonte, de edredones y desvelos. Apareces con tu brillo blanco y limpio. Y ya dudo, si es el alba que me intenta despertar con su claridad. Pero no, eres tú y esa luz que proyectas con una sola mirada.

Siento que me limpias el alma cuando tu mirada parte ya mi horizonte. Quisiera quitar el engranaje final al reloj del momento. Para que cuando me mires, el momento se detenga justo en el segundo en que ruego a Dios que no apartes tu luz blanca de mí.

Te dejo ya, alma mía, el alba apremia a emerger por el horizonte de piedra y agua. Y de manera inexorable tendré que alejarme de tí, tendrás que alejarte de mí. Solo te hablo desde esta ventana de las verdades para advertirte que llegará el día en que me arroje al vacio... en ese atardecer. No entiendo de distancias, ni de viajes espaciales... pero ese atardecer estival me arrojaré al vacio. Y mi alma se unirá a ti Dama de la Noche.

Sin más te dejo amanecer, con tu mirada en mi mirada, gracias Luna.

No hay comentarios: