14 de marzo de 2010

Aprender y seguir.

Desde este sin aire, de vientos forzados y dolores vitales,
me planteo sino sería mejor para todos aprender y seguir.

Aprender y seguir, si, aprender y seguir.

Seguramente haya momentos en los cuales
un hálito glaciar paralice nuestros músculos,
nuestro Músculo, cual contracción tetánica del
puro infierno.

Sin horizonte al que mirar, sin suelo sobre el
que avanzar. Caemos al vacío de la quietud de
ese instante. Este o aquel momento en que el camino
se tornó bifurcación forzosa, y no se pudo arrañar la
libertad de elección a la impotente lógica, ni al ciego sentir.

El daño está hecho, la lección se impartió.
La irónica niña Risueña puso, otra vez,
la piedra en Tu tejado. No es una cuestión
de imposición, sino de responsabilidad.

Tus manos con guantes de alma no podrán
agarrar mucho tiempo más ese cabo, sin que
se agrave la herida vital de la partida.

Abre las manos, suelta la escota y abraza la vida.
Porque, aunque no seas capaz de verla a veces,
sigue siendo la Pizpireta y Caprichosa qué esta
deseando volver a jugar contigo. A las risas sin motivo,
al sentir de la alegría...

Aprende y sigue.

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