El no pasar del tiempo es algo que notan solo unos pocos.
No es que lo padezcan las minorías, es que lo disfrutan los más afortunados.
Dicen que el tiempo a veces cambia su ritmo, según lo vivimos.
Aunque más bien lo que mantenemos intactos son los sentimientos, y el criterio.
Es nuestra forma, intensa o no, de vivir la vida lo que importa.
Un método infalible para ver si somos capaces de ver no pasar el tiempo es asomarse, al alba, a la ventana y mirar a luna. Dicen que se sabe, pero no se puede explicar.
Cada mañana me asomo a la luna, cada mañana me percato de que todo crece.
De que todo esta intacto, hermoso y sano.
Aunque siendo sencillo y honesto, nunca conseguiré explicarlo.
Os invito a asomaros a la ventana, siempre al alba. Cuando la luna es más sencilla.
Cuando su luz es más clara. Y los ojos se desperezan, embriagados y sin palabras.
17 de febrero de 2010
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