19 de febrero de 2010

Un mundo sencillo, alto.

Siguen pasando los días.
La dulce, y "dulce", espera.

Tomé decisiones, erróneas o no. Las tomé.
Qué complicado se ve el mundo con las gafas sucias.
Qué bueno tener agua clara, aunque sea fría, muy fría.

Hoy veo, al menos, lo que sigue siendo oscuro.
Y es que en la risueña vida hay cosas que
no dependen de lo optimista o pesimista que uno sea,
ya que funcionan con batería propia.

Aquí, sentado en el quicio de mi locura, de mis ilusiones.
Las cosas se ven más altas, pero no más claras.
Desde la altura será más fácil fijar un destino, un límite temporal,
en esta dulce e irónica espera.
Ironías y sarcasmos del día a día. Responsabilidad.

La caprichosa y pizpireta vida imparte su lección.
Mejor será que este lunático saque la libreta y
tome nota, otra vez. Ya que todo vale, todo me vale.

Y agradezco el poder ver, ver la oscuridad, ver la oscuridad desde lo alto.
Un mundo sencillo, no creo.
Un mundo más sencillo, desde lo alto.

17 de febrero de 2010

El pasar del tiempo.

El no pasar del tiempo es algo que notan solo unos pocos.
No es que lo padezcan las minorías, es que lo disfrutan los más afortunados.

Dicen que el tiempo a veces cambia su ritmo, según lo vivimos.
Aunque más bien lo que mantenemos intactos son los sentimientos, y el criterio.
Es nuestra forma, intensa o no, de vivir la vida lo que importa.

Un método infalible para ver si somos capaces de ver no pasar el tiempo es asomarse, al alba, a la ventana y mirar a luna. Dicen que se sabe, pero no se puede explicar.

Cada mañana me asomo a la luna, cada mañana me percato de que todo crece.
De que todo esta intacto, hermoso y sano.
Aunque siendo sencillo y honesto, nunca conseguiré explicarlo.

Os invito a asomaros a la ventana, siempre al alba. Cuando la luna es más sencilla.
Cuando su luz es más clara. Y los ojos se desperezan, embriagados y sin palabras.

16 de febrero de 2010

La espera.

Tensa, larga y a veces tediosa. Así es esta espera.

Así seria si lo único que pensanse hacer fuera esperar.
Pero hoy no, ya no, no toca esperar sin mas.

Cada día que aguardo el momento deseado es un regalo,
una oportunidad de aprovechar otro día mas junto a la Luna, mí luna.

Y entonces, doy gracias por la espera, la preciosa espera.

15 de febrero de 2010

Vapor y vida.

La locomotora del alma de vapor, y el corazón de acero, siguió con su trayecto.

Muchas estaciones han pasado, muchos momentos recordados.
Las plazas vacías han continuado ocupándose, nuevos pasajeros, nuevas caras.

Siempre fueron curiosas las rutas que, dulce o bruscamente, dibujaba la vía.
Siendo justo, y agradecido, añadiré que más dulces que bruscas.

Es díficil hacer un balance de este corto y largo trayecto.
Resumir cada anécdota del camino, cada vivencia de los pasajeros.
Puede que por eso el hombre de a pie espere a su fin para mirar atrás.

Mis segundos de abordo comienzan a entenderse.
Quizás el tren necesitaba un nuevo rumbo,
quizas fuesen ellos quienes tuviesen que encontrarse.
Poco a poco, aprenden junto a mí, yo de ellos y ellos de mí.

Otra nueva estación.

¡Pasajeros al tren! Dulce llamada que escucho, en mi imaginación.
Ya falta menos para que la megafonía de la vida suene otra vez con la voz de mi ilusión.

Ilusión, qué gozo vivir con ilusión. Gracias.