10 de septiembre de 2008

Última llamada a los pasajeros...

"Es fácil comprobar que todos ustedes siguieron las recomendaciones, como ya les expliqué, un 18 de abril de 2008, lo que mejor que podian hacer es entrar con calma en este tren. Y así fue, los veo a todos sentados, y me alegro. Me alegro de haber podido saludarlos con calma, de disfrutar de aquellas cosas que tenían y tienen que compartir conmigo. Fue un placer alojarlos en el interior, de este ferrocarril.

Tenemos todo listo. Claro está que puede aparecer el clásico rezagado que llegue justo a antes de partir o incluso con el tren ya fuera de la quietud de la cotidianidad. Y sé también que no todas las plazas estan ocupadas, es lógico, ya se irán ocupando por nuevas caras en próximas paradas de la vida.

Al fin suena la última llamada a rezagados, pasan los minutos, y la locomotora de alma de vapor y corazón de acero comienza a desplazarse. Cómo no, hacia delante.

Me despido con un gesto honorable y emocionado de los que quedaron en el apeadero, lo siento por ellos y por ellos me alegro. En este viaje no se puede apuntar cualquiera, ya no, y considero que todos estaremos mejor así. Por eso fuí minucioso a la hora de alojar a los pasajeros, nada más angustioso que darse cuenta, uno, que se equivocó de tren.

Sin más demora me pongo a los mandos de la locomotora, mis segundos de abordo descansarán por ahora. Son muy particulares, y aunque los quiero, un piensa demasiado y el otro vive de la impulsividad. Así que mejor llevaré yo mismo las riendas."

Caras del sentir de mi corazón,
rostros de los pequeños matices de la vida.
Un tren lleno como nunca,
calidad y no cantidad, claro está.
Y el viaje de mis días por delante.